Saturday, January 10, 2009

23. LA LIBERTAD DEL CUERPO

23. LA LIBERTAD DEL CUERPO

¿Y cómo podré graduarme en lo que otro va a enseñar y en lecciones que otro va a seleccionar? Tu vida debe convertirse en tu maestra, y tú en alumno aplicado. Esta es un currículo diseñado especialmente para ti y en el que sólo tú puedes graduarte.
-23.29

23.1 El conocimiento y el amor son inseparables. Cuando te das cuenta de esto, te resulta obvio que el amor es la úni­ca sabiduría verdadera, la única comprensión, el único conocimiento auténtico. El amor es el gran maestro. Y tus relaciones de amor, el medio para el aprendizaje del amor.

23.2 Las lecciones aprendidas del amor calmarán con mucho lo que reste de tus miedos acerca de la pérdida de indi­vidualidad que tú crees que acompañará la pérdida del yo separado. Pues, como cada uno de ustedes ha descu­bierto cuando se han amado, cuanto más amas y anhe­las poseer a una persona, más te das cuenta de que la persona amada no puede ser poseída. En una relación de amor hay búsqueda de conocimiento y, si los partici­pantes de la relación están dispuestos, hallazgo de conocimiento. De todas maneras, la otra persona de la rela­ción trasciende el conocimiento completo. Lo que se co­noce es la relación en sí. Aunque está en tu naturaleza el buscar más, también está en la naturaleza de la vida el existir en relación y conocer a través de la relación. Así es como el conocimiento se produce. Conocer a tra­vés de la relación no es una segunda opción. La vida es así. El amor es así.

23.3 Del mismo modo, cuando tu compañero o compañera en el amor trasciende todo conocimiento, "es así". Así es co­mo debe ser. El amor inviolado. Cada uno de ustedes es amor inviolado. Sin embargo, en la relación pueden ser capaces de "leer los pensamientos del otro", percibir el más leve cambio de ánimo, terminar las oraciones del otro. Sa­bes que la otra persona daría su vida por ti, estaría dis­puesta a brindarte ayuda cuando la necesites, compartiría cada uno de tus temores y alegrías.

23.4 El amor que no es de pareja también comparte el conocimiento a través de la relación. El ser amado puede estar en otra parte del mundo, separada por la distancia, por elecciones de la vida o por heridas del pasado. Sin embar­go, la relación continúa.

23.5 Tanto en las relaciones de amor que son de pareja como en las que no lo son, al único que conoces, el único que no trasciende el pleno conocimiento, es tu Ser.
23.6 Lo mismo vale para tu relación con Dios. Como en cual­quier relación de amor, el deseo de conocer a Dios puede ser intenso. Aunque Dios trasciende el conocimiento, tu relación con Dios es el medio por el cual conoces tanto a Dios como a tu Ser.

23.7 Permíteme recordarte una ayuda crucial para el aprendi­zaje que mencionamos hace unas páginas: No serás otro que quien eres. No importa cuánto crezca tu amor por otra per­sona, ese amor no te hará desear ser la otra persona, sino a querer una relación con la otra persona. Esto debería de­cirte mucho acerca de la naturaleza del amor.

23.8 Cuando estás obsesionado por el amor, puede que desees que la otra persona sea como tú, pero rara vez sucede lo contrario. Esto es lo que te ha llevado a construir a Dios a tu imagen y a tratar de hacer lo mismo con respecto a los demás. Sucede cuando te ves a ti mismo como una imagen en vez de un ser que existe en relación. Proviene del ego y no del verdadero Ser.

23.9 Lo que anhelas es la reunión. Pero reunión también es relación, porque la unión lo es. Imagina una muchedum­bre en una sala pequeña. Eso no es relación. Cuando te sientas tentado a pensar en la relación como proximidad física, piensa en este ejemplo. Imagina ahora comunida­des de fe. Alrededor del mundo hay personas unidas por sus creencias, y no sólo por sus creencias religiosas. La ideología, la política y la profesión también unen a las personas, y para fomentar la idea de unidad a través de las creencias compartidas se forman "partidos" y "asocia­ciones". No son necesarias, como lo demuestra la reali­dad de que sólo se forman con posterioridad a los hechos. La creencia suscita la forma y luego la forma suscita la creencia.

23.10 Esto también es verdad respecto del cuerpo. Resultará cla­ro si piensas en el uso de la palabra cuerpo. El cuerpo político. Un cuerpo de conocimientos. La creencia suscita la forma y luego la forma suscita la creencia. Por ende, creencia y forma mantienen una relación simbiótica. Comprender esta relación de amor te ayudará a vivir la liber­tad del cuerpo, que es una extensión, en la forma, de tu creencia en un "yo" personal.

23.11 La creencia suscita la unión. La unión no suscita creencia porque en la unidad ya no es necesario creer. La creencia suscitó la unión de átomos y células en la forma requeri­da por la creencia en el yo separado. Otra clase de creen­cia puede suscitar la creación de otra clase de forma.

23.12 Si la forma es una extensión de la creencia, puedes en­tonces ver por qué lo que crees resulta crucial al modo en que vives con la forma. Hablamos de maneras de pensar similares a aquellas que tú llamas inducción y de­ducción. En el pasado, por lo general los ejercicios co­menzaron con una alteración de tus creencias respecto de la forma. Aquí optamos por un abordaje diferente, que comienza con ejercicios para alterar la creencia en tu identidad y concluye con ejercicios para alterar tu creencia en la forma. El abordaje es coherente con nues­tro enfoque principal, que es aprender con el corazón. La mente va de lo pequeño a lo grande, el corazón va de lo grande a lo pequeño. Sólo la integridad ve la conexión entre todo.

23.13 Repito: otra clase de creencia puede suscitar la creación de otra clase de forma. Para hacerlo, el único requisito es una creencia con plenitud de corazón en la verdad de tu Ser. Es lo único necesario ahora. Cambiará el mundo.

23.14 Otra clase de creencia, de eso se tratan los milagros. De eso se trata que tú seas un hacedor de milagros. Que tú cam­bies tus creencias es el milagro que buscamos, el resultado que procuramos en este curso.

23.15 Obviamente, la creencia en quién y qué eres es la base so­bre la que te fundamentas, un fundamento previamente construido sobre el temor. Queda claro que la creencia en el cuerpo se tradujo en creencia en la validez del miedo. Cuando te libras de esta percepción errónea, esta creen­cia equivocada, tu cuerpo queda liberado. Ya no será un objeto de uso sino un medio de servicio.

23.16 Liberar a la percepción de tu casi inmutable creencia en la forma permitirá todos los cambios de forma requeridos por el milagro. La forma no es una constante sino un re­sultado. Si bien tú crees que la creencia es resultado de la forma, no lo es. La forma es resultado de la creencia. Por lo tanto, la creencia no sólo es capaz de cambiar la forma sino también necesaria para poder hacerlo.

23.17 La historia ha demostrado que aquello que crees posible, es posible. La ciencia ha demostrado el vínculo entre el in­vestigador y los hallazgos de la investigación. Aun así, te cuesta aceptar que lo posible depende de lo que tú imagi­nas como posible. Necesitas dejar de ver la dificultad pa­ra comenzar a ver la facilidad con que lo que puedes ima­ginar se convierte en realidad.

23.18 No tienes facultades que no te sirvan, porque fueron creadas para servirte. La capacidad de imaginar es una de esas facultades, dispensada libremente a todos por igual. La imaginación está vinculada con la visión genuina, pues ejercita las facultades combinadas del corazón y la mente. Es afín a la percepción y puede indicar el camino al cam­bio del modo en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea.

23.19 Allende la imaginación está la chispa que te permite con­cebir lo que nunca fue concebido antes. Esta chispa es la inspiración, la infusión del espíritu. Si repasamos la crea­ción, éste sería su recorrido: el Espíritu precede a la ins­piración, la inspiración precede a la imaginación, la ima­ginación precede a la creencia, y la creencia precede a la forma.

23.20 El espíritu es tu vínculo más directo con la Fuente. El es­píritu proviene directamente de la Fuente, mientras que la forma es un resultado del espíritu. Por lo tanto, la forma se halla más alejada de la Fuente. Sin embargo, para de­sandar el camino, la forma que tú has creado es todavía un paso necesario para el regreso a la Fuente. El paso nece­sario es el de ir más allá de la forma: reconocer a la forma por lo que es y continuar desandando el camino para cam­biar la creencia, para permitir que la imaginación te sirva y el espíritu te llene.

23.21 Entonces podrás seguir hacia adelante, llevando la forma más allá de sus parámetros establecidos y convirtiéndote en un hacedor de milagros.

23.22 El cuerpo abarca o contiene la creencia. Es una composi­ción de tus creencias, de la totalidad. Continuará alber­gando creencias anteriores al mismo tiempo que creencias nuevas, hasta que las viejas creencias sean depuradas. Esta depuración de antiguas creencias deja espacio libre pa­ra las nuevas. Permite que tu forma refleje quién y qué eres ahora, para que coincida con el "tú" que siempre has sido.

23.23 No existe una vía rápida para depurar creencias, pues es el más individual de los logros. Así como aprendiste tus creencias, ahora debes desaprenderlas. Cuando co­mienzas este proceso te sientes puesto a prueba. No es­tás siendo probado, sino recibiendo oportunidades para desaprender. La única manera de depurar una creencia es aprender que ya no te sirve.

23.24 Estas oportunidades de aprendizaje invitan a un perío­do de compromiso con la vida. Muchos de ustedes co­menzarán a notar oportunidades de desaprender aun cuando el estudio de este Curso los haya vuelto hacia el interior y llevado a desentenderse de la vida. Sin embar­go, no será posible evitar un período de compromiso con la vida, y cualquier intento de evitarlo sólo resultará en una intensificación de los sentimientos generados por ex­periencias de dualidad. Mientras albergues creencias conflictivas en tu interior, tendrás conflicto y te verás afectado por la polaridad. El desaprender te permite de­purar viejas creencias de modo que un solo conjunto de creencias resulte operativo en tu vida. Es el único cami­no hacia la certeza que buscas, el que te conduce a una convicción genuina. Y no es posible arribar a la convic­ción genuina sin pasar por la experiencia de desaprender y purgar.

23.25 Toda oportunidad de desaprender es una oportunidad pa­ra el milagro. No existe un método para identificar una oportunidad de desaprender. Te aseguro que de aquí en adelante todas las experiencias lo serán hasta que ya no haya necesidad de desaprender. Si recuerdas que el único ejercicio para tu mente es dedicar todo pensamiento a la unión, tu mente se mantendrá comprometida y se resisti­rá menos a desaprender. Cuando sientas resistencias —y por supuesto que tu mente se resistirá a desaprender lo que le ha costado aprender— regresa a tu dedicación a la unión. Reconoce la resistencia de tu mente como un sig­no de que el proceso de desaprender se está llevando a ca­bo. Reconócela pero no te involucres en ella.

23.26 ¿Qué sucederá cuando contemples cada situación como un desafío a tus creencias? Si no recuerdas que estás com­prometido con un proceso de desaprender que desembo­cará en la convicción que por tanto tiempo has buscado, te sentirás puesto a prueba e intentarás tener el control de la situación de aprendizaje. Sin embargo, la clave para de­saprender es no tomar el control. Lo que tú llamas tener el control es simplemente otra manera de decir actuar de acuer­do con viejas creencias. Mientras pretendas mantener el con­trol, las viejas creencias no serán depuradas.

23.27 Tratar de ejercer el control sobre las situaciones de apren­dizaje es un reflejo de la creencia en que no tienes nada que aprender. Tanto para desaprender como para aprender algo nuevo se necesita una actitud de apertura. El control es lo opuesto a la apertura. La maestría llega a través del proceso de desaprender y aprender lo nuevo. Es otra forma de decir lo que te fue recomendado en Un Curso de Milagros: re­nuncia a ser tu propio maestro. El deseo de controlar es deseo de seguir siendo tu propio maestro o de elegir tus maes­tros y situaciones de aprendizaje. Ninguna de las dos cosas puede suceder si en verdad has de elegir cambiar tus creen­cias y avanzar hacia lo nuevo o la verdad.

23.28 Para añadir otro punto de vista, este proceso tiene mucho en común con el perdón. La acción asociada con él lo eleva a un nivel similar al de la expiación. Es un deshacer acompañado de un nuevo hacer. En el proceso de desa­prender tienen lugar tanto el perdón como la expiación. Reconoces que tus falsas creencias fueron resultado de un aprendizaje erróneo. A medida que el desaprender es reemplazado por un nuevo aprendizaje, el juicio desapa­rece y queda establecida tu inocencia. ¿Puede acaso un ni­ño ser culpable cuando aún no ha aprendido lo que nece­sita para la acción correcta?

23.29 Puedes preguntarte: ¿cómo voy a aprender lo que antes no aprendí? ¿Cuáles son las lecciones? ¿Cuál es la currículo1? ¿Cómo sabré cuando haya alcanzado un objetivo de aprendizaje? ¿Y cómo podré graduarme en lo que otro va a enseñar y en lecciones que otro va a seleccionar? Tu vida debe convertirse en tu maestra, y tú en alumno aplicado. Éste es un currículo diseñado especialmente para ti y en el que sólo tú puedes graduarte. Sólo tus experiencias en la vida han producido el aprendizaje que has acumulado y traducido en creencias. Sólo tus experiencias en la vida revertirán el proceso.

1currículo. (Del lat. curricŭlum). m. Plan de estudios. 2. Conjunto de estudios y prácticas destinadas a que el alumno desarrolle plenamente sus posibilidades. 3. currículum vítae.


24. TIEMPO DE SENSIBILIDAD
El tiempo de la sensibilidad precede al tiempo de paz y anticipa la compasión. El tiempo de la sensibili­dad, por lo tanto, forma parte del último tramo del aprendizaje, antes del cumplimiento. El aprendizaje que tiene lugar durante este tiempo proviene del amor.
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24.1 Donde antes aprendiste a odiar, ahora aprenderás a amar. Donde aprendiste miedo, aprenderás seguridad. Donde aprendiste a desconfiar, aprenderás confianza. Y cada experiencia de aprendizaje lo será porque tocará tu corazón. Puede ser tan simple como una sonrisa de ni­ño que acaba por derretir todo el resentimiento que te­nías guardado desde tu infancia, porque permites que esa sonrisa toque tu corazón. Puede ser un tiempo de fragilidad y llanto y de lo que tú llamas emocionalismo. Tal vez sientas que todo te da deseos de llorar porque todo te conmueve y cada lección despierta tu sensibilidad. El desaprender no es ríspido. Si simplemente dejas que ocurra, te recompensará con lo que podríamos describir como sensibilidad.

24.2 Es tiempo de cesar la resistencia a la sensibilidad. Es tiem­po de dejar de resistirte a las lágrimas del agobio. Es el tiempo del abrazo.

24.3 Esta sensibilidad, estos sentimientos de vulnerabilidad, pueden ser interpretados como un signo. Te anunciarán que ha comenzado el proceso de desaprender. Recíbelos como portadores de buenas nuevas. Debes saber que este tiempo de sensibilidad es un camino seguro de regreso al hogar.

24.4 El tiempo de la sensibilidad precede al tiempo de paz y anticipa la compasión. El tiempo de la sensibilidad, por lo tanto, forma parte del último tramo del aprendizaje, antes del cumplimiento. El aprendizaje que tiene lugar durante este tiempo proviene del amor. Ninguna lección aprendi­da sin amor toca tu corazón. Y las lecciones aprendidas sin amor no llevan a nada. El propósito de las lecciones fi­nales es desaprender, para, mediante el desaprendizaje, avanzar hacia un nuevo aprendizaje. Estas lecciones deben aprenderse en vida y, por lo tanto, requieren involu­crarse en la vida. Son una promesa, un compromiso. Requieren participación, atención, estar presente. Estas son las lecciones con que concluiremos.

25. LA DEVOCIÓN COMO PARTICIPACIÓN
Comienzas a vivir desde el amor cuando el yo personal se aparta del cambio. Y cuando el yo personal se hace a un lado, en cualquier instancia, se produce un punto de inflexión. Es la señal de que estás listo para vivir del amor. De esto se trata este Curso. De vivir del amor.
-25.16

25.1 La devoción por un objetivo es un voto de consagración. Devoción es entrega a la oración. Como dijimos al princi­pio, orar es pedir que todos sean incluidos en lo que haces. La devoción, entonces, es la primera lección en el aprendizaje de cómo estar comprometido con la vida du­rante el tiempo de sensibilidad.

25.2 La devoción es resultado del amor y en esta instancia es una acción, un verbo, un medio de servir al amor y ser ser­vido por él. La devoción es una clase particular de parti­cipación. No puede ser fingida, pero puede practicarse.

25.3 Tú, querido hijo, te has pasado gran parte de la vida fin­giendo. Has fingido confianza cuando estabas inseguro, interés cuando sentías indiferencia, conocimiento de co­sas de las que no sabías nada. Pero quienes han intentado fingir amor, no pueden. Lo mismo vale para la devoción, pues no hay verdadera devoción sin amor.

25.4 No es posible fingir amor porque conoces el amor. Y porque lo conoces, sientes de inmediato cuando se trata de una imitación. Puedes elegir negar esa sensación, pero no puedes evitarla. Puedes intentar ganarte el amor de quie­nes te interesan, puedes intentar comprarlo, cambiarlo por algo o capturarlo, pero no dará resultado. Sin embargo, el amor está siempre presente. Dediquemos un momento a considerar esta contradicción.

25.5 ¿Cómo puede el amor estar siempre presente cuando po­demos, sin lugar a dudas, distinguir cada ausencia de amor? El problema radica en quien percibe, no en lo per­cibido. Cada vez que sientes una carencia de amor, ésta proviene de tu interior. La carencia de amor —o amor "fin­gido" del que no puedes evitar darte cuenta— es señal de que quieres algo. Cuando tomas conciencia de que quie­res algo, también tomas conciencia de que sientes que algo te falta. Toda sensación de carencia equivale a una sen­sación de miedo. Donde hay temor, el amor queda oculto. Cuando se elige el miedo, se rechaza al amor. No puedes estar sin amor, pero puedes rechazar al amor. Y cuando lo rechazas, queda oculto de ti, pues el recibir completa al dar. Cada uno de tus hermanos y hermanas es amor inma­culado. Pero lo que cada uno da queda incompleto hasta que es recibido.

25.6 Cuando sientes falta de amor en otros es porque has pro­yectado tu miedo en ellos. Sólo cuando dejes de hacerlo experimentarás verdadera devoción.

25.7 Cuando sientes una carencia de amor, sientes como si el "otro" no te diera nada. Pero la causa de este sentimiento es tu incapacidad para recibir. La práctica de la devoción es un medio por el cual puedes purificar tu compromiso con la vida y todo lo que en ella encuentres. Devoción es sinónimo de verdadero servicio. Y éste no considera lo que la otra persona tiene para dar o utilizar. El verdade­ro servicio reconoce la ley divina del dar y recibir, y la práctica de la devoción es, en efecto, la práctica de per­mitir que el dar y el recibir sean uno. Durante el tiempo de la sensibilidad es una práctica que, como la vigilancia, se convierte en un medio para alcanzar un fin. Necesitas practicar el reconocimiento de tus sensaciones de falta de amor, y comprender que esas sensaciones provienen de tu incapacidad para recibir. Practícalo hasta que ya no sea necesario.

25.8 La devoción es inclusiva. Implica un sujeto y un objeto: uno que es devoto y otro que es objeto de devoción. Mientras nos alejamos de las relaciones de sujeto y objeto y nos acercamos a las relaciones de unidad, la idea de uno que es devoto y otros por quienes se practica la devoción re­sulta útil durante el tiempo de sensibilidad. Conducirá a la comprensión de la unidad como plenitud, al entendi­miento de que dar y recibir son uno.

25.9 La devoción lleva a la armonía por intermedio de la ac­ción. Esto te resultará posible sólo si has integrado las enseñanzas más básicas de este Curso y ya no te sientes defraudado por la vida. Todas tus pruebas de voluntad se respaldan en la convicción de que has sido engañado. Es como si hubieses pagado el boleto de entrada, pero cuando llegas al concierto se te dice que no es válido. Te enojas, y actúas tu enojo en los miles de escenarios dife­rentes de la vida, día tras día y año tras año hasta que tomas conciencia y crees realmente en los postulados bá­sicos que este Curso propone.

25.10 Estar en concierto, al igual que ejecutar un concierto, está supeditado a la armonía. Equivale a estar de acuerdo respecto del propósito para el cual estás aquí y tu derecho a estar plenamente presente. Si todavía crees que estás aquí para alcanzar algún estado de separación que perci­bes como ideal, todas tus acciones estarán fuera de armo­nía. Si, en cambio, has aceptado los postulados básicos de este Curso y crees que estás aquí para realizar la unidad, todas tus acciones estarán en armonía. Si crees que tú y tus hermanos y hermanas están aquí como represalia por haber caído de la gracia, todas tus acciones estarán fuera de armonía. Si crees que tú y todos los seres vivos están aquí en un estado de gracia, todas tus acciones estarán en armonía. Si crees que un ser vivo es más importante que otro, todas tus acciones estarán fuera de armonía. Si crees que todos son esenciales, todas tus acciones estarán en ar­monía.

25.11 Mientras haya una sola relación especial que continúe, todas continúan porque reciben validación. La sagrada re­lación de unidad depende de liberarse de las creencias que fomentan las relaciones especiales.

25.12 Creerte en concierto con el universo equivale a creer que no tienes necesidad de lucha, creer que no tienes ca­rencias, creer en tu estado de gracia. Mientras sigas cre­yendo que al menos una persona está en tu contra, no estarás en concierto con Dios. Mientras sigas creyendo que el destino te juega en contra, no estarás en concier­to con el universo. Estas actitudes confirman una per­manente creencia en tu estado de separación y vulnera­bilidad. Durante el tiempo de sensibilidad aprenderás, mediante la práctica de la devoción, a identificar y re­chazar estas actitudes y a adoptar una actitud de invul­nerabilidad.

25.13 Necesitas ahora una actitud de invulnerabilidad. No se trata de arrogancia ni de un medio para coquetear con el peligro. Es simplemente tu realidad. Durante el tiempo de sensibilidad puedes sentirte vulnerable. Pero el tiem­po de sensibilidad es un tiempo de curación, y a medida que sanas te darás cuenta de que ya no eres vulnerable a las heridas. El miedo a lastimarte —física, mental, emo­cional o espiritualmente— ha evitado que te comprome­tas con la vida. Por eso sanar y reconocer tu propio estado de sanación es un propósito clave del tiempo de sensibilidad. No puedes reconocer tu verdadera identi­dad mientras sigues aferrado a las heridas de cualquier clase. Toda herida constituye una prueba de tu creencia en que puedes ser atacado y lastimado. No es necesario que veas a la decepción como un ataque ni a la falta de es­peranza como una lastimadura, pero ciertamente sientes estas emociones como heridas. Mientras piensas que pue­des decepcionarte o desilusionarte, no serás invulnerable. Detrás de cada decepción o desilusión, cada ataque y cada herida, siempre crees que hay una persona que actuó sin amor. Mientras sigas creyendo que las sensaciones de falta de amor provienen de cualquier parte menos de tu interior, no serás invulnerable.

25.14 Tomar conciencia de tu invulnerabilidad no es necesario desde el punto de vista del uso, sino desde el punto de vista del servicio. Quienes proclaman su invulnerabilidad y la usan como un reto al destino o como una excusa para desafiar a las fuerzas de la humanidad o la naturaleza, tarde o temprano perderán el juego. La verdadera invulne­rabilidad sólo puede ser proclamada por quienes la reconocen como parte de su verdadera identidad. Entonces, la invulnerabilidad será un servicio para ti y para tus herma­nos y hermanas. Y su servicio es conquistar el temor para dar lugar al reinado del amor.

25.15 El compromiso surge de involucrarse y participar. Si bien esto puede traer a la mente nociones de unirse a un movi­miento o partido o de realizar alguna contribución a la so­ciedad, el objetivo no es más que la pura unión. La unión primera proviene del interior y consiste en llevar a la prác­tica las lecciones para unir la mente y el corazón en la in­tegridad.

25.16 La primera unión es una elección hecha desde el amor sin considerar el yo personal. Comienzas a vivir desde el amor cuando el yo personal se aparta del camino. Y cuando el yo personal se hace a un lado, en cualquier instancia, se produce un punto de inflexión. Es la señal de que estás listo para vivir del amor. De esto se trata este Curso. De vi­vir del amor. Pues vivir del amor revertirá las lecciones del pasado, y esta reversión te permitirá vivir cada instancia en el amor.

25.17 Vivir cada instancia en el amor es lo que ocurre cuando la totalidad del Ser está involucrada en el amor a la vida. No hay "partes" del Ser que queden fuera ni que alberguen resentimientos. No hay "partes" del Ser viviendo en el pa­sado o en el futuro. No hay un Ser "mental" que viva separado de un Ser que involucra al alma. No hay un Ser "trabajador" que viva separado de un Ser dedicado a la oración. El Ser está unido en una sola integridad. Y este Ser uno está plenamente comprometido con vivir el amor.

25.18 Cuando comienzas a vivir en el amor puede suceder lo contrario de lo que tus expectativas anticipaban. Si tu expectativa era que todo cobraría mayor importancia, es probable que al principio suceda lo inverso. Verás poca importancia en lo que haces. Te preguntarás por qué ya no te importan muchas de las cosas que antes te importaban. Hasta es posible que tu vida parezca tener menos propósito. Comenzarás a preguntarte qué hacer. Y con toda seguridad comenzarás a cuestionar aquello que haces para "ganarte la vida". Muchas pautas y hábitos entrarán en cuestión.

25.19 Esto no es otra cosa que el proceso de desaprender. Pue­de parecer frustrante y aparecer teñido de ansiedad, sus­ceptibilidad, confusión, perplejidad y enojo. Dudarás de que éstos sean sentimientos apropiados para una persona que vive el amor. Sin embargo, son sentimientos comunes en el proceso de desaprender y debes aceptarlos como tales. Aprenderás que aunque algunas de las cosas que has hecho y todavía harás no tienen importancia, aún debes hacerlas con paciencia, gracia y amor. Aprenderás que otras cosas que has hecho, creencias que has albergado, y pautas y hábitos que te han mantenido ocupado ya no te acompañarán en tu nueva vida de amor. A todos estos los dejarás atrás.

25.20 También notarás que crece tu deseo de reconocimiento por lo que has creado, y el deseo de crear de nuevo. En esta etapa, ese deseo provendrá de una sensación de necesi­dad de reafirmar el yo. La necesidad irá surgiendo a me­dida que te das cuenta de que no puedes tener el crédito de tu vida. El deseo de reconocimiento proviene del ego, y en esta etapa también el deseo de crear puede estar vin­culado al ego. Tu yo personal buscará un lugar donde re­sidir. Buscará identidad. Querrá decir: "Éste soy yo". Este signo es importante, pues implica que tu antigua identidad está perdiendo asidero. Necesitas ser paciente durante este período, y tu nueva identidad emergerá. Si el deseo de crear es fuerte, deja que te sirva. Pero no busques alaban­za o reconocimiento por tus creaciones en esta etapa. Pronto verás que la creación no proviene del yo personal ni es para él.

25.21 Éste será un tiempo de discernimiento. Quizá lo sientas como un tiempo de tomar decisiones, pero cuanto menos intentes tomar decisiones conscientes más rápido ocurri­rá tu desaprendizaje y mayores serán las lecciones de dis­cernimiento. El discernimiento es necesario sólo hasta que estés en mejores condiciones para comprender el todo. Esta comprensión de la totalidad es ayudada por un regreso a la integridad del Ser. Mientras va siendo completada la integridad del Ser, el discernimiento es necesario.

25.22 Practica el discernimiento mediante la quietud a la espe­ra de la sabiduría. Tu sensación de carencia de identidad hará que toda decisión y elección parezca difícil durante este tiempo. Debes darte cuenta de que cuando tomas decisiones y elecciones, lo haces sobre la base de las mismas lecciones que estás en proceso de desaprender. Sin embar­go, sentirás la necesidad de tomar decisiones y hacer elec­ciones con mayor frecuencia. Esta sensación de que nece­sitas hacer nuevas elecciones, aunque es fuerte, no refleja una necesidad real sino impaciencia respecto de la forma en que las cosas son y fueron. Desearás forzar el cambio antes que esperar que llegue. Si reconoces que tu impa­ciencia es un signo de que estás listo para un cambio que no requiere necesariamente acción, te sentirás aliviado.

25.23 Precisamente cuando ves la acción como necesaria es cuando necesitas un tiempo de quietud. Puedes conside­rar que este tiempo de quietud es un tiempo para consultar a tu nueva identidad. Bastará con que te sientes en quietud y formules la pregunta o preocupación para la cual necesitas una acción apropiada. Cuando recibas respuesta, reconócela como una respuesta de tu nueva iden­tidad y exprésale tu aprecio. Aunque a veces dudes de ha­ber recibido respuesta o que la respuesta sea la correcta, pronto aprenderás a confiar en este proceso de discerni­miento silencioso. Sabrás que has tenido éxito cuando sientas que has "volcado" o "entregado" la pregunta o preocupación y has permitido que te sea respondida de manera nueva.

25.24 Cuando te veas guiado a actuar en forma contraria a tus pautas de acción habituales del pasado, a menudo ofrece­rás resistencia. Trata de tomarte esos momentos con lige­reza y de recordar que si "no importa", bien puedes probar esa nueva forma. Recuérdate que no tienes nada que perder. Pronto aprenderás que es así. También compren­derás por qué es necesario este tiempo de compromiso con la vida. La experiencia es necesaria para completar el ci­clo de desaprender y aprender.

25.25 Estar plenamente comprometido con la vida y al mismo tiempo tomarse tiempo para el discernimiento no es algo común. Poner la acción por delante de la quietud, la acti­vidad por encima del descanso es considerado sinónimo de plenitud de vida. Debemos, entonces, hablar un poco acerca de qué significa la vida plena.

26. LA VIDA PLENA

Ésta es la invitación a la celebración. Ésta es la invi­tación a recibir este día sin preocupaciones, decepciones ni planes. Ésta es la invitación a recibir a tu Ser y a encontrarlo en este día.
26.18

26.1 A menudo se dice con asombro que yo viví una vida corta, prediqué sólo durante una breve porción de ella, no viajé muy lejos y tuve pocas posesiones y amigos influyentes. He­mos hablado antes del sentimiento de tragedia que sientes cuando alguien muere joven. Cada uno de ustedes tiene una noción de lo que cree que es una vida plena. Para algunos incluye matrimonio e hijos, para otros una carrera, compro­miso religioso o emprendimientos creativos. Algunos pien­san en viajes y aventuras, amistades o seguridad financiera. La mayoría de ustedes pensará que es una vida larga.

26.2 Muchos de ustedes se preguntan si hay relación entre destino y logros. ¿Acaso algunos son elegidos para la grande­za y otros para la mediocridad?

26.3 Pocos reconocen la tragedia en la vida de una persona, ex­cepto en instancias de gran dicotomía, mejor expresadas en la vida del héroe trágico. Esta observación de la trage­dia en vida tiene lugar sólo cuando también se observan la grandeza y la gloria en la vida. Sin reconocimiento de la gloria de la vida tampoco hay reconocimiento de la trage­dia hasta que la vida acaba. En cambio, en la vida del hé­roe trágico, excluyendo a quienes reciben este título de manera póstuma, la tragedia suele ser considerada como una caída de la grandeza. Puede verse en la fascinación provocada por los mitos donde aquellos que se asocian de­masiado estrechamente con los dioses acaban castigados por semejante desatino. Este miedo a la grandeza y la glo­ria, que es miedo a la posibilidad de una caída desde la grandeza y la gloria, resulta en muchas vidas carentes de toda tragedia. "Nada arriesgo, nada gano" parece ser el axioma de esas vidas. El miedo a la "caída" es un miedo primario, el primer miedo, el miedo detrás de todos esos axiomas.

26.4 Una vez más ofrezco mi vida como ejemplo y reitero el mensaje expresado en Un Curso de Milagros. El verdadero significado de la crucifixión es que fue el fin de todos esos temores y mitos. Me llevé todos esos temores conmigo a la cruz y quedaron excluidos de la resurrección de la glo­ria que nos pertenece.

26.5 No tengan miedo. Hermanos y hermanas mías en Cristo, comprendan que no hay causa para el temor. No pue­den volar demasiado cerca del sol. Ya no podrán ser en­gañados con historias de infortunio y héroes caídos. Su historia es una historia de gloria. La grandeza de uste­des ya no puede ser negada, a menos que ustedes la nie­guen.

26.6 ¿Te sientes hermoso, agraciado y digno? Entonces así serás.

26.7 No hay mayor temor que el temor a la falta de sentido. Y, como hemos dicho antes, la búsqueda de sentido es como describes tu propósito aquí. Carecer de un sentido para adjudicarle a tu vida es la tragedia que ves en ella e inten­tas ocultar de ti. Este temor va de la mano con el miedo a la caída, pues si fueras a adjudicarle a tu vida el sentido que crees que debería tener, te aguardaría una caída, por lo menos en tu imaginación. Quedas entonces atrapado en una doble trampa, viviendo una vida que sientes vacía de sentido y permitiendo que el temor te impida buscar el sentido que le darías. No vislumbras una sensación de propósito inherente, ni de gracia, ni de sentido más allá del que les das a tus propios esfuerzos.

26.8 Esto es lo que dejaremos atrás a medida que buscamos comprometernos con la vida. Digo nosotros porque yo estoy con­tigo y no me apartaré de tu lado. Digo nosotros porque tu pri­mer compromiso es compromiso con Cristo, un compromiso que nos vuelve a vincular en unidad y gloria. Digo nosotros porque nosotros somos la vida. Digo nosotros porque no pode­mos vivir el amor apartados el uno del otro.

26.9 Aún no te das cuenta de la felicidad que es nuestra, pero pronto lo harás. Tu mente no puede aceptar esa felicidad así como tampoco puede aceptar que tu sentido existe sin esfuerzo de tu parte. Cruzan tu mente escenas de tu vida que "prueban" que no eres intrínsecamente feliz ni que tu vida tiene un sentido inherente. Tu confianza en estas escenas y recuerdos debe ceder antes de que mis palabras puedan llegar a tu mente y comiencen a reemplazar esas escenas con otras nuevas. Hasta tanto llegue ese momen­to, deja que mis palabras toquen tu corazón.

26.10 A ti, que te esfuerzas por comprender qué dicen estas palabras y cuál puede ser su significado; a ti, que te debates por hallar las claves de lo que te piden hacer, te resultará difícil dejar la lucha y el esfuerzo. Te parece imposible creer que no hace falta esfuerzo y que aquello que tu corazón desea puede volverse realidad simplemente por tu aceptación de estas palabras. Pero estoy preparado para que te resulte fácil.

26.11 Tú, que has buscado tanto la felicidad sin encontrarla, re­gocíjate. No se ha perdido. No requiere que la definas ni que le pongas nombre antes de que pueda ser tuya. ¿Aca­so esto no te ha llevado a llorar de frustración? ¿Acaso no has buscado durante largo tiempo ponerle nombre a la fe­licidad? ¿Acaso no has lamentado que si supieras qué te daría felicidad hace tiempo lo habrías buscado? ¿Acaso no has dicho que si supieras qué le daría sentido a tu vida, lo harías? ¿No has deseado, una y otra vez, conocer tu propósito? ¿O tener una meta que satisfaga el anhelo que sientes? ¿No has orado pidiendo señales? ¿O leído libros que prometían decirte los pasos que debías dar para llegar donde quieres, sólo para darte cuenta de que no sabes dónde está?

26.12 ¿No te has vuelto impaciente con los consejos, maestros y cursos de estudio? ¿No has sentido que la instrucción te ha llevado al borde de la exasperación? ¿Acaso no has sentido, cada vez más fuerte dentro de ti, el llamado de la vida? ¿No estás ansioso por decir: "Dime qué debo hacer y lo haré"? ¿No estás listo para la certeza por encima de todo? ¿Estás preparado para terminar de estudiar y comenzar a vivir? ¿No estás cada vez más convencido de que no has estado vivien­do y te preguntas qué has estado haciendo? ¿No te sientes cansado de aquello que se hace pasar por vida en tu mun­do? ¿No has deseado poder arrojar todos los pensamientos y preocupaciones que llenan tu mente y empezar de nuevo?

26.13 ¿Estás simplemente preparado para terminar con las co­sas tal como han sido hasta ahora para comenzar un cami­no nuevo? ¿Estás listo para escuchar una nueva voz?

26.14 La frustración y la impaciencia han venido acumulándo­se. Ha sido un proceso necesario que sólo necesita un detonante para explotar y liberarse de una vez. Tras lo cual podrá comenzar algo nuevo.

26.15 Este Curso es un detonante. Estas palabras son el prelu­dio de la explosión. Es como si hubieses estado esperando que alguien te susurrara: ¡Ahora! El susurro ha llegado. El momento es ahora.

26.16 ¿Puedes dejar que las preocupaciones de hoy abandonen tu mente? ¿Puedes dejar que las desilusiones de ayer se vayan para no volver? ¿Te permites cesar la planificación del futu­ro? ¿Puedes permanecer en quietud para conocer tu Ser?

26.17 Tal vez esto te resulte decepcionante, pero es todo lo que hay. Si pudieras hacer esto por un instante genuino, expe­rimentarías todo lo que es sagrado y serías por siempre nuevo.

26.18 Tal vez te sientas decepcionado por estas palabras, y te sientas como si hubieses esperado que te invitaran a una fiesta y la invitación nunca llegó. Esto se debe a que estás listo para el próximo paso, el paso de comprometerte con la vida. El paso de vivir del amor. Y yo te aseguro que no hay necesidad de quedarse sentado a la espera de la cele­bración por venir. Esta es la invitación a la celebración. Esta es la invitación a recibir este día sin preocupaciones, decepciones ni planes. Esta es la invitación a recibir a tu Ser y a encontrarlo en este día.

26.19 No requiere nuevos planes. No te pide tomar decisión al­guna. No te pide hacer nada nuevo. Es una invitación del amor al amor. Sólo te pide que permanezcas abierto para que dar y recibir tengan lugar como una sola cosa. Sólo te pide que dejes de ocuparte de lo viejo para que pueda arri­bar lo nuevo. Sólo te pide que escuches a tu corazón y de­jes que tu Ser se haga oír.

26.20 No puedo decirte qué vas a oír. ¿Cómo podría hacerlo, cuando cada uno de ustedes escuchará la respuesta de su corazón? ¿El llamado del amor al amor inviolado? La respuesta que sólo tú puedes oír. No hay molde, ni forma ni respuesta masiva. Por eso todas las respuestas te han decepcionado en el pasado. Tu respuesta no es la misma que la de cualquier otra persona. No importa cuán llena de sabiduría esté esa persona, su respuesta no es la tuya.

26.21 Tú eres un pensamiento de Dios. Una idea. Este pensa­miento, o idea, es lo que buscas. Sólo puede ser hallada en su Fuente. Su Fuente es el amor y su ubicación es tu pro­pio corazón.

26.22 Piensa por un instante en una novela o película sin argu­mento. Sería como decir que ninguna idea llegó a plasmarse en sus páginas o en la película. En la idea de Dios acer­ca de ti se halla todo lo conocido de ti. La idea de Dios acerca de ti es perfecta, y hasta ahora tu forma no ha sido más que una representación imperfecta de la idea de Dios. En la idea de Dios acerca de ti se encuentra el modelo del universo, del mismo modo que dentro de una novela, pe­lícula, pieza musical, invento o idea artística es la realiza­ción de un modelo que transformará la idea en una obra maestra. Una idea está irrevocablemente ligada a su fuen­te y es una con su fuente. En consecuencia, no fue un Dios separado de ti el que tuvo esa idea de ti. Naciste en uni­dad con la idea de Dios acerca de ti.

26.23 No es necesario que entiendas esto, sólo que lo aceptes hasta donde puedas aceptarlo. Por ahora es así porque confías en un Dios que es "distinto" de ti para obtener respuestas. Aceptar que naciste en unidad con la idea de Dios acerca de ti equivale a aceptar que tu Ser es co-creador del modelo del universo, aceptación de la idea o la histo­ria que eres tú. ¿Acaso no puedes ver que naciste dentro de un lugar en la creación de Dios? ¿Y que no sólo pue­des conocerlo sino que siempre has conocido ese lugar?

26.24 No es un lugar con forma física sino un lugar de santidad, un lugar integral en el modelo que es unidad con Dios. Es un lugar que nunca dejaste pero anhelas, convencido de que no lo conoces. Tu vida aquí se parece a una búsque­da de tu historia. ¿Dónde irá este capítulo? ¿Cómo será el final? ¿Será este hecho un error y este otro una bendición disfrazada? Pareces conocer el índice de tu historia, o al menos un breve bosquejo. ¿Dónde encaja tu vida dentro de la trama mayor? Aun así te das cuenta —como al leer un relato— que cuando llega el fin y todo se conoce, la his­toria termina excepto en la memoria, la reflexión y tal vez la especulación. ¿Qué puede revelarte una secuela?

26.25 Ver tu vida como una historia es lo que haces. Pasas cada día repasando y especulando. ¿Qué pasó y qué pasará des­pués? Intentas rescribir capítulos anteriores y planificar todos los sucesos del próximo. Es, en efecto, un intento de controlar lo que no crees haber creado y lo que sientes im­posible de crear. Como un ser nacido por un pensamiento de Dios, creciste simultáneamente con ese pensamiento de Dios. Desde el mismo inicio conoces tu lugar en el modelo de la creación. Una vida plena es simplemente el cumplimiento de ese pensamiento y ese modelo. La única ma­nera de conocerlo es pensarlo una vez más. La única ma­nera de pensarlo una vez más es en la integridad de mente y corazón, pues una mente y corazón divididos no pueden pensar con claridad.

26.26 Ser pleno es estar presente. Ser pleno es ser todo lo que eres. Ser pleno es estar presente como todo lo que eres. Cuando esto ocurre eres Todo en Todo, Uno en el ser con tu Padre.

26.27 Yo realicé mi historia, mi modelo, la idea de mí que provi­no del pensamiento de Dios. Al hacerlo, restauré la uni­dad, el ser uno con Dios. Anuncié el nuevo camino que anhelas adoptar. Anuncié el tiempo de ser.


27. SER
Tu ser aquí no es fútil ni carece de propósito. Tu ser es en sí mismo todo propósito, todo honor, toda gloria. No hay ser aparte del ser. No hay un ser vivo y un ser muerto, ser humano o ser divino. Sólo hay ser. El ser es
-27.2

27.1 Volvemos ahora a aquello que tu ser es. El ser es. Así como el amor es. Has adjuntado el ser a ser humano. En tu búsque­da de identidad, te confinaste a lo visible y descriptible. En consecuencia, has identificado a la muerte como el único medio por el cual alcanzar la unidad con tu Padre, sabiendo que esa unidad no es compatible con la naturaleza humana que te adscribes. En este solo error estriban todos los errores. ¿Qué búsqueda puede llegar a buen término cuando la úni­ca respuesta a la vida parece ser la muerte? Es por este mo­tivo que mi muerte y resurrección proporcionaron una respuesta y pusieron fin a la necesidad de respuestas.

27.2 Tu ser aquí no es fútil ni carece de propósito. Tu ser es en sí mismo todo propósito, todo honor, toda gloria. No hay ser aparte de ser. No hay un ser vivo y un ser muer­to, ser humano o ser divino. Sólo hay ser. El ser es.

27.3 Sin embargo el ser, como el amor, es en relación. Por lo tanto, tu propósito aquí, en vez de hallar sentido, es conocer por medio de la relación. Es cuando conoces por medio de la relación que llegas a conocer a tu Ser.

27.4 Hemos declarado de diversas maneras el propósito de este Curso y lo hacemos una vez más: el propósito de este Curso es establecer tu identidad. La importancia de este propósito no puede ser subestimada. Veremos ahora por qué es tan importante.

27.5 Has quedado atrapado en un ciclo de ver tu ser como im­portante durante un cierto período y luego verlo como carente de importancia durante otro período. Verlo como importante parece a veces una función del ego y, otras veces, una función de lo divino. Confundes el ser personal con el verdadero Ser sólo porque aún no has identificado a tu verdadero Ser. Una vez que identifiques a tu verda­dero Ser toda confusión se acabará.

27.6 Ya hemos dicho que la relación es lo único "conocido" en un mundo incognoscible. Ya hemos dicho que el único ser que no está más allá de los límites del conocimiento es el Ser. Por lo tanto, al conocer el Ser conoces todo.

27.7 Cuando tomes conciencia de que el único modo de co­nocer el Ser es a través de la relación, tus preocupacio­nes concentradas en el ser desaparecerán. La vida no es un juego de opuestos entre el ser y otra cosa. La vida es relación. La vida no es una lucha de opuestos entre lo humano y lo divino, sino una relación entre lo humano y lo divino. La vida no es una lucha entre un ser vivo y otro, sino la relación entre todos los seres vivientes.

27.8 Si sólo puedes conocer a tu Ser a través de la relación, sólo puedes conocer a Dios a través de la relación. Cristo es la sagrada relación que existe entre todo y Dios, es quien provee el puente que el concepto entre supone y provee la conexión para la unidad. Por lo tanto, tu relación con Cristo siempre estuvo y siempre estará. Tu tarea aquí es volver a conocer esa relación.

27.9 El pensamiento de Dios por el cual fuiste creado es sinó­nimo del Cristo en ti. Es tu relación con tu Fuente y todo lo que El creó.

27.10 ¿Puedes comenzar a visualizar o percibir tu verdadera identidad como relación misma? ¿Y Dios? ¿Puedes desa­prender todo concepto y liberar tu mente para aceptar, en lugar de aquéllos, toda relación? Si todo sentido y toda verdad residen en la relación, ¿puedes ser algo distinto que relación? ¿Puede serlo Dios? ¿Puedes imaginar, en lugar de objetos y cuerpos particulares, a la relación como todo lo que existe y, por lo tanto, aquello que tú eres y aquello que Dios es? ¿Es tanta la distancia entre decir que sólo existes en relación y decir que sólo existes como rela­ción? Tú crees que sí, que es mucho, y sientes que tu iden­tidad queda aun más reducida o que directamente careces de ella con sólo considerar la idea. Por lo tanto, es necesa­rio que te sientas seguro acerca del Ser que eres.

27.11 Ese establecimiento de la identidad que buscamos aquí no es sólo para que puedas comprender mejor tu Ser o tu mundo, o para que puedas traer el Cielo a la Tierra. Estas son metas complementarias, pero como hemos dicho antes, no son metas que puedas lograr "por ti mis­mo" ni con el concepto que ahora tienes de ti mismo. Así como puedes mirar a tu alrededor y ver que no hay dos cuerpos iguales en esta tierra, el Ser que tú eres es un Ser único. Un Ser de relación no implica que ese Ser sea igual a todos los demás. Pero sí implica un Ser que es in­tegral a todos los demás. Tú importas, e importas como parte interactiva de la relación que es la vida. Ya estás completo como quien eres. Todo se completa en unidad. En la separación meramente luchas por todo lo que ya es tuyo en unidad. Relación es unidad, y la relación es tu es­tado natural. Es quien eres.

27.12 El hecho de que no comprendas no significa que no estés aprendiendo la verdad. No comprendes porque pien­sas en términos de singularidad en vez de unidad. Por eso este Curso no se concentra en tu pensamiento. En cambio, te pide una vez más que te vuelvas hacia tu corazón en busca de la verdad que está escondida pero es­perando revelarse. Tu corazón conoce la verdad y no co­noce deseo de estar solo y separado. Tu corazón sabe que la relación es la Fuente de su ser. Tú no estás separado de tu Fuente.

27.13 Vivir en relación es vivir en el amor y vivir como quien eres. Vivir en relación es vivir en el presente. ¿Cómo aprendes a pasar de una vida en la separación a una vida en relación?

27.14 Vivir en relación es aceptar todo lo que ocurre en el pre­sente como tu realidad presente y como un llamado a estar en relación con ella. Es estar dispuesto a dejar de lado el juicio de manera que no contemplas lo que "debería" ocurrir sino lo que está ocurriendo. Va más allá de la per­cepción de "otros" para ver la relación y la totalidad. Vi­vir en relación es vivir en armonía aun en el conflicto. Es comprender que si en tu presente surge un conflicto, algo necesitas aprender de tu relación con el conflicto.

27.15 Vivir en relación es vivir desde tu centro, el corazón de tu Ser. Es apoyarse en la relación en sí antes que en la mente. De esta manera, tus acciones reflejan la respuesta apropiada a la relación que está ocurriendo en el pre­sente en vez de reflejar tus nociones preconcebidas de los demás, los juicios que tu mente ha hecho con ante­rioridad y en los que te apoyas por hábito, o tus consi­deraciones acerca de qué podría significar esa situación para tu futuro. No es tu "yo" individual el que dicta tus respuestas a las situaciones basándose en interpretacio­nes superficiales de las mismas, sino tu ser en relación el que responde desde el conocimiento obtenido a tra­vés de la relación.

27.16 ¿Cuántas veces, aun con las mejores intenciones, ignorabas cuál sería la mejor respuesta? Incluso cuando oras, dudas acerca de si orar por resultados específicos u orar pa­ra que se cumpla la Voluntad de Dios. Temes convertirte en un hacedor de milagros porque no crees que puedas sa­ber de qué se trata.

27.17 A medida que aprendas a vivir en relación en el presente, esta confusión pasará. La relación te guiará con seguridad a la respuesta apropiada. Utilizo aquí la palabra "apropiada" no como medida de juicio, sino como indicación de que para quienes viven en relación existe una manera de tener certeza y de que su disposición para la acción no se vea estorbada por la incertidumbre. Toda incertidumbre es temor. Todo temor es duda acerca de uno mismo. ¿Có­mo podrías no saber la respuesta cuando la duda se ha ido y ha arribado la certeza? ¿Y como podría arribar la certe­za sin una comprensión de la relación de todas las cosas?

27.18 La comprensión de la relación de todas las cosas, ¿signi­fica que tendrás un poder que no es de este mundo? ¿Ve­rás el futuro y el pasado y conocerás el destino? En reali­dad tienes un poder que no es de este mundo, pero esto no significa poder tal como lo entiendes aquí, el poder de los detalles y la información en la que piensas cuando deseas o temes conocer el destino. El poder del que hablamos es el poder de saber.

27.19 ¿Cuántas veces has sabido qué era lo "mejor" que podías hacer sin conocer los detalles de lo que vino antes ni de lo que vendría después? A veces has actuado sobre la base de este conocimiento, y otras veces no. Vivir en relación provee un conocimiento constante de esta clase, un sim­ple saber de qué manera las cosas han de ser. Es un saber que se siente dentro del corazón para el que no hay prue­bas, pero del que tienes la certeza de la que hasta ahora carecías. Los miedos característicos que experimentaste en el pasado no tienen lugar dentro de este saber.

27.20 ¿Cómo sabrás que has alcanzado el estado de gracia en el que fuiste creado y que estás viviendo en relación? Lo sa­brás por la certeza que sientes. Pero si no sientes esta cer­teza, ¿qué puedes hacer?

27.21 Ya estás preparado. Lo único que puede impedirte vivir una vida de amor es la falta de disposición. Esta falta tie­ne una sola fuente. Tu disposición y entrega dependerán ahora de si confías o no. ¿Confías en estas palabras? ¿Confías en Dios? ¿Puedes confiar en tu Ser?

28. DAR TESTIMONIO

Estás exactamente donde se supone que debes estar. El camino a seguir te será mostrado si te mantienes atento. Si sigues el camino que te es mostrado, toda incer­tidumbre cesará.
-28.13

28.1 Abordaremos el dar testimonio acerca de lo que has aprendido. Así como este Curso da testimonio de la verdad, del mismo modo lo harán sus vidas. Pero para que esto tampoco sea distorsionado, debemos hablar de ello.

28.2 No se trata de un concurso. Dar testimonio se ha conver­tido en una suerte de espectáculo y no debiera ser así. ¿Cómo entonces —te preguntarás— puede llevarse la verdad a aquellos que aún viven en la ilusión?

28.3 Como el conocimiento interior es tanto individual como colectivo, tanto personal como universal, es fuente de toda prueba. Por ello crees que juntarse a compartir un tes­timonio común convalida la prueba de ese conocimiento interior y colectivo. Crees que las creencias compartidas amalgaman, como una congregación alrededor de un púl­pito, e incluso crees en una teoría de masa crítica que dice que cuando la creencia alcanza determinada magnitud se produce un salto evolutivo. Sin embargo, no estamos hablando de salto evolutivo, por lo que un proceso que in­tenta llevar a la conciencia colectiva a un punto crítico me­diante el testimonio común no es nuestro propósito.

28.4 Confiar y dar testimonio van juntos, así como la valida­ción buscada a través del testimonio es síntoma de descon­fianza. Pocos son los elegidos para ser profetas, y la plé­tora de testimonios que tienen lugar proviene más de la inocencia que de la sabiduría. Esta forma de compartir el testimonio personal ha llegado a su cenit y ya no volverá a ser bien recibida o apreciada. Por lo tanto, aun si el propósito de este Curso fuese acumular testimonios en canti­dad suficiente como para dar un salto evolutivo, no ten­dría resultado. Debemos, en cambio, concentrarnos en la sabiduría, la sabiduría del corazón.

28.5 Existe una confianza que está más allá de toda prueba y más allá de la necesidad de testimonio. Es la confianza del conocimiento. El conocimiento pertenece al corazón y contiene un grado de solidez y certeza que está ausente en la aurora de la inocencia. La aurora de la inocencia no es más que el reconocimiento del denominador común de la existencia. Como tal, es sólo el comienzo, un alba que, a medida que el sol se eleva, debe dar paso al día y al brillo y la claridad de la sabiduría de la que hablamos.

28.6 Las horas diurnas de tu viaje se aproximan. Serán las horas en que el sol atraviesa las brumas del amanecer. Es la mitad del viaje, tiempo de enseñar y de aprender. Tiempo de plantar y de cosechar que precede al descanso. Es el tiempo de celebración que precede a la quietud del cre­púsculo.

28.7 Puedes pensar en él como el tiempo en que la tarea ya está cumplida. Lo es, pero sin el peso del tiempo perdido. Es tu hora de brillar, de ser luz para quienes viven en tinieblas.

28.8 Y sin embargo es un tiempo de gran humildad. De mos­trar el rostro de Cristo para que sea visto por todos. Pues en esto la sabiduría se gana y comparte.

28.9 ¿Acaso no ves que cualquier intento de transformar el testimonio en un argumento convincente para sostener tu punto de vista, cualquiera sea éste, convierte en inú­til lo que has conocido tanto para ti como para aquellos que quieres convencer? Crees que cuando estás lo sufi­cientemente iluminado como para saber, también estás lo suficientemente iluminado como para saber qué hacer con lo que sabes. Mientras continúes pensando en la se­paración del hacer y el conocer, es obvio que no dará resul­tado.

28.10 Así como la aurora no detiene el avance de su fulgor, tampoco lo hace tu tiempo de inocencia. No como el transcurso del día, con su salida y puesta de sol. Es el tiempo de ser al mismo tiempo guiado y contenido. El tiempo de darte cuenta de que puedes saber aun cuando no sepas qué hacer, y que esto no constituye un error. Muchas per­sonas llegan a esta etapa y, al no saber qué hacer con lo que saben, comienzan a dudar de su conocimiento. Es una respuesta humana a un conocimiento que no es de origen humano. Un conocimiento que te resulta extraño y para el que buscas validación. Cada validación, enton­ces, es vista como una recompensa, un premio, una con­firmación que, según crees, incrementa tu convicción. Puesto que lo crees, al principio es cierto. Pero ya ha pa­sado el momento de buscar respaldo en la convicción que proviene de los testimonios que encuentras por el camino. Su propósito es limitado y por tiempo limitado. Ha llegado el momento de dar un paso más allá de la valida­ción del testimonio. Si no das este paso, abundarás en la acumulación de testimonios que no serán suficientes pa­ra mostrarte lo que dicen ver.

28.11 Los testimonios están dirigidos a la mente y no apelan a la devoción, que es la respuesta natural de quienes saben y no se preocupan por lo que deben hacer. Es una etapa di­fícil, pues te sentirás inspirado y obligado a actuar, sin em­bargo tus acciones te parecerán torpes. Ya hemos mencio­nado el deseo de crear que suele surgir cuando ingresas en esta etapa de tu viaje. También te hallarás preguntán­dote qué viene después mientras esperas un llamado de al­guna clase, seguro de que el desafío de la acción sigue pendiente y que necesitas darle alguna forma a lo que llevas dentro.

28.12 De manera similar a cuando sientes la necesidad de convencer a otros de tus creencias, la necesidad de dar forma a lo que no tiene forma pierde el meollo de lo que has ga­nado. Es probable que preguntes: "¿Acaso me estás di­ciendo que no haga nada?" La sola idea de esto te deja pasmado y, peor aún, amargamente decepcionado. Una vez más, como al principio, buscas una tarea para realizar y te olvidas de que sólo tú puedes ser realizado.

28.13 Cuando uno piensa: "Hay tanto para decir", se olvida de escuchar. Déjate guiar cuando te exteriorizas. Sé mesurado en lo que dices. Mantente atento al escuchar. Estás exactamente donde se supone que debes estar. El camino a seguir te será mostrado si te mantienes atento. Si sigues el camino que te es mostrado, toda incertidumbre cesará. La dificultad estriba en la incertidumbre. La certeza y la facilidad caminan juntas. No hay más decisiones que debas tomar. Sólo hay un llamado a una voluntad devota y dedicada, una voluntad dedicada al momento presente, a aquellos que son enviados a ti y a cómo eres guiado a res­ponderles. Uno será maestro, el otro será alumno. La di­ferencia te resultará clara si escuchas con el corazón.




29. LA ATENCIÓN

Una mente y un corazón divididos pueden impedir que utilices todo el poder de la elección, pero no pueden im­pedir que elijas. Elige de nuevo y deja que el poder del cielo descienda para salvar la brecha entre tu mente y tu corazón y te haga completo una vez más.
-29.19

29.1 Estar atento es estar presente y estar al servicio. De esto hablamos cuando te pedimos un compromiso con la vida que requiere tu atención. Es al mismo tiempo un pedido de concentración y preparación, y un pedido de servicio que sólo puede ser proporcionado en el presente por una mente y un corazón abiertos a los requisitos del presente. Es la actitud apropiada durante el tiempo de la sensibili­dad, es una actitud de ministerio.

29.2 No podrás conocer tu función mientras sigas vacilando respecto de la idea de servicio. Aunque no te des cuenta, sigues asociando servicio con subordinación, particularmente la idea de servicio a una Voluntad superior o una Causa superior. Algunos de ustedes la asocian con falta de libre albedrío, falta de elección, un derrotero que los lle­vará a un estado de servidumbre. Otros la conciben como caridad y continúan viendo una diferencia entre quienes sirven y quienes son servidos. Muy pocos de ustedes han integrado en su vida la definición de servicio de este Curso. Lo harán ahora, pues si no comprenden el verdadero sentido del servicio —y por contraste, del uso— no podrán aplicar lo que han aprendido al compromiso con la vida.

29.3 Tú que te has preocupado tanto por saber qué hacer, acep­tas y al mismo tiempo temes la idea de que se te pida algu­na clase de servicio. En esto no hay misterio, ya que en tu sociedad la idea de servicio es la de un deber u obligación, como queda ejemplificado en el servicio militar. No tienes noción, como tampoco la tuvieron quienes te precedieron, de servicio a Dios. Es un síntoma del reinado del ego y su habilidad tanto para agrandar tu noción de ti mismo co­mo para minimizarla. Servir a Dios no es ser esclavo de Dios sino estar atento a Dios. Darle a Dios tu atención y tu solicitud. Tú que estás tan dispuesto a gritar úsame Dios, sólo necesitas darle a Dios tu devoción y disposición a ser­vir en vez de ser usado.

29.4 Más aún, necesitas dejar que el universo te sirva antes que tratar de usar al universo para que cumpla tus fines. Estos ajustes en tu actitud hacia el servicio completarán el ciclo de dar y recibir y darán comienzo a la plenitud.

29.5 Esto es verdad tanto para tu meta de integridad como para cualquier otra meta de unidad más amplia, pues son la misma cosa. Integridad es unidad recuperada. Tu regreso a la unidad es regreso a tu pleno poder y a tu capacidad de estar al servicio de Dios y de tus hermanos y hermanas.

29.6 Si Dios mismo te dirigiese la palabra para explicarte cuál sería tu servicio a Él, te diría: Hijo mío, regresa a mí. Dios no tie­ne una Voluntad aparte de la tuya. Lo único que Dios busca de ti es tu regreso a la unidad, lo busca de ti, de Él y de todos Sus hijos. El regreso a la unidad fue mi consecución, y constituye el sentido de todo lo que hemos repetido aquí: Sólo tú puedes realizarte. Tu servicio no es más que una dedicación a esta meta.

29.7 Mi regreso a la unidad alcanzó esta meta por todos, pues todos son uno en mí y uno en la unidad. Por eso no nece­sitas preocuparte por nada excepto esta meta. Darte cuen­ta de que la meta ha sido alcanzada es realizar tu divini­dad, un estado inalterado pero que necesita de tu reconocimiento y regreso.

29.8 Aunque al principio esta meta pueda parecer egoísta e in­dividual, no lo es. Un regreso a la unidad es un regreso a la unidad. Desde tu centro, el núcleo de la unidad, tu cum­plimiento se extiende al mundo, tal como lo hizo el mío.

29.9 El tiempo de la sensibilidad es el tiempo de tu aproxima­ción a la unidad. La expiación que allí tiene lugar es el medio para que abras la puerta. Nadie ha cerrado esa puer­ta, fuiste tú, con tu propia mano, quien la cerró cuando partiste de tu hogar celestial y no recuerdas que tu propia mano puede abrirla de nuevo. Es una puerta de ilusión, de niebla, de nubes que cubren el sol. Tu mano ya se ha extendido y tu luz está disipando la niebla. La puerta hacia la unidad está frente a ti, un arco de luz dorada bajo un ar­co iris que vibra con los colores de la vida. Es la vida, y no la muerte, la que asegura tu cercanía. Y será Dios mismo quien guíe tu entrada.

29.10 Muchos de ustedes han notado la consistencia con que glorificaron falsamente aquello que imitaban de la crea­ción. También encontrarán un ejemplo de esto en el tra­bajo. Todos saben que trabajo y servicio van juntos. En muchas culturas, entonces, el trabajo ha sido glorificado como si fuese el uso apropiado de la vida. Sin embargo, como hijo de tu Padre, tu trabajo es como el suyo. Tu tra­bajo es la creación. Tu creación es tu servicio al mundo así como el trabajo de tu Padre es su servicio a ti: Y así como no puedes imaginar a Dios envuelto en fatigas, tampoco deberías imaginarte a ti de esa manera.

29.11 Muchos de ustedes piensan que la vida misma es afán y fatiga. Hay mucho que deben hacer para mantenerse vivos, y cuando se les requiere algo necesario, su tendencia es a rebelarse y a buscar la manera de facilitar la tarea o evitarla. Así es como los platos de cartón y las máquinas para lavar platos han menoscabado el ritual de la comi­da, y la producción masiva ha reemplazado la satisfacción de lo hecho a mano. Aunque esto no es ni bueno ni malo, la actitud de ver la vida como afán y fatiga forma parte de la rebelión contra la idea de servicio. No tienes tiempo pa­ra hacer otra cosa más y piensas en el servicio —si es que alguna vez piensas en él— como algo que debe encajar aquí o allá, donde resulte conveniente dentro de tu car­gada agenda.

29.12 Es de suma importancia que comprendas que la obra de Dios tiene lugar fuera del tiempo, del mismo modo que todas las acciones de verdadero servicio o creación. Este concepto no se presta a la comprensión inmediata, pero es necesario que tengas fe en él. Es esencial para liberarte del concepto de afán y fatiga y para que aceptes tu función.

29.13 Aunque tus horarios estén muy ocupados, sólo son hora­rios de acuerdo con tu percepción. Tu horario es sólo otra manera de decir tu día, por lo que te resulta absolutamen­te necesaria una forma alternativa de ver la vida.

29.14 No habrá plenitud a tu alcance mientras sigas viendo la vida desde una perspectiva de horarios, agendas, planes y cosas para hacer. No habrá plenitud mientras sigas divi­diendo tu vida en compartimentos estancos, con horas pa­ra el trabajo y horas para el ocio, sin verlas como lo mismo. La vida es la vida. La vida es. Como el amor es.

29.15 La vida es servicio a Dios. Dios es servicio a la vida. Eres Dios en la vida. Por tanto eres vida y servicio a la vida, Dios y servicio a Dios. Todo el vasto universo fue creado de manera semejante: para vivir y servir a la vida, para ser Dios y servir a Dios. Para servir y ser servido. Para proveer y ser provisto. Para que sus necesidades sean satisfe­chas y para satisfacer necesidades. Esta naturaleza circu­lar del universo no deja a nadie sin atención. Sin embargo, no te das cuenta de ello.

29.16 La separación desvirtuó este funcionamiento y lo convir­tió en algo difícil, algo que debía cambiar. La separación desvirtuó este funcionamiento e hizo de él, así como del resto de la creación, algo que no es. La separación desvir­tuó este funcionamiento, no lo creó. La vida existe al servicio de sí misma. Lo cual también podría decirse de esta manera: la vida existe en relación. La relación es la inte­racción dentro de la cual tiene lugar el servicio. El reem­plazo de la idea de servicio por la idea de uso condujo a la existencia de relaciones especiales. La idea de uso creó toda idea de esfuerzo y fatiga como único medio de satisfa­cer las necesidades. La idea de uso creó toda noción de desconfianza, comenzando por tus ideas acerca de usar el mismo cuerpo que llamas hogar, en vez de dejar que esté a tu servicio.

29.17 El universo existe en relación recíproca o relación sagrada, en vez de relación especial. Es la naturaleza de la existencia, del mismo modo en que la unidad es la naturaleza de la existencia y no ha cambiado ni puede cambiar, aunque tú no lo creas. Es una relación de gozo, pues la natu­raleza de la relación es el gozo. Cuando dejes de lado tu creencia en la separación, lo conocerás.

29.18 La opción de cambiar de creencia está delante de ti. ¿Es­tás dispuesto a hacerla? Así como una vez elegiste la se­paración, ahora puedes elegir la unidad. Como no sabías que la unidad era una opción, no la hiciste antes. Ahora te lo digo con toda claridad, la opción es tuya. Puedes volver a elegir.

29.19 Al hacer tu elección, recuerda que debe ser íntegra, pues el poder de la elección reside en la integridad. Una mente y un corazón divididos pueden impedir que utilices todo el poder de la elección, pero no pueden impedir que elijas. Elige de nuevo y deja que el poder del cielo descienda pa­ra salvar la brecha entre tu mente y tu corazón y te haga completo una vez más.

29.20 La recuperación de tu identidad y tu poder de elegir son acciones que provienen de un lugar enteramente distinto de la toma de decisiones. Recuperar guarda relación con la oración y es como un pedido, un reclamo de tu verda­dera herencia. Sientes que necesitas saber qué es lo que pides. Sin embargo, no podrás saber hasta que lo hayas heredado. ¿Puedes tener fe en que tu verdadera herencia es aquello que realmente deseas, incluso sin saber de qué se trata exactamente esa herencia? ¿Puedes seguirme en mi elección y aceptarla como tuya?

29.21 Tú, que durante tanto tiempo tuviste miedo de reclamar hasta tus más pequeños dones, dale una nueva mirada al reclamo de acuerdo con la definición que acabo de brindarte. Reclamar es también algo contrario a como lo has percibido hasta ahora, es decir como un reclamo de algo para ti mismo. Reclamas no para poseer o separar lo que tienes de lo que tiene otro para luego llamarlo especial. Reclamas a fin de recuperar tu Ser.

29.22 ¿Cómo puede ser que los talentos de uno hagan que otros sean menos talentosos? ¿Cómo puede ser que el servicio de uno prive a alguien más del derecho a servir? No hay dos personas iguales. Sólo en Dios todos son semejantes.

29.23 Ésta es la gran línea divisoria entre lo visible y lo invisi­ble, lo divisible y lo indivisible. Sólo aquellos vueltos a unir con Dios alcanzan el estado de unidad. Sólo el estado de unidad existe.

29.24 Tus dones, tus talentos, tu unicidad son tu servicio. ¿Aca­so podrías verlo de otro modo? ¿Acaso no llegas a enten­der la naturaleza recíproca del dar? ¿Que aquello que Dios ha dado sólo necesita ser recibido? ¿Que lo que tú has recibido sólo necesita ser dado? La indivisibilidad de Dios es ésta: una incesante cadena de dar y recibir. Es también una definición de la unidad.

29.25 El servicio es otra manera de afirmar esta ley de la crea­ción, la incesante cadena de dar y recibir. Todas tus preo­cupaciones acerca del futuro y el pasado no son más que preocupaciones acerca del retorno de lo dado. ¿Qué don de la oportunidad dejaste de reconocer en el pasado o pue­des dejar de reconocer en el futuro? ¿Qué regalo de la fortuna, qué encuentro fortuito, qué decisión podría haber cambiado tu vida? ¿Qué deberías haber hecho que no hi­ciste? ¿Qué podrías hacer en el futuro si no tuvieses mie­do de la dirección a la que podría llevarte tu elección? ¿Cuánta paz conocerías si comprendieras —comprendieras de verdad— que todos los dones vienen de una vez y son para siempre? Ni el pasado ni el futuro importan. Todo está a tu alcance en el aquí y ahora donde el dar y el re­cibir ocurren.
29.26 Ninguna oportunidad de aprender o crecer queda perdi­da. Cada una de ellas todavía existe, aunque no en el tiem­po. Cada una de ellas todavía existe, pero en el presente. ¿Puedes reemplazar tu atención al pasado o al futuro con atención al presente?

30. ESTAR PRESENTE
Nosotros, todos juntos, somos el latido del mundo. Sin la unidad no existirían. Sin nuestra Fuente, que es Dios, no existiríamos.
-30.13

30.1 ¿Cuál es la diferencia entre estar presente y ser? ¿No son acaso la mismo? ¿No deberían serlo? Y sin embargo, cuán pocas veces estás plenamente presente en tu propia vida, en tu propio Ser. Si estuvieses enteramente consciente de tu propio ser, estarías en unidad con tu Padre.

30.2 ¿Cómo es posible que uno se distraiga de uno mismo? Pero así es como vives. Muchos van por la vida buscando una definición de sí mismos, buscando realización. ¿Dónde están mientras buscan? ¿Dónde está su ser? Si todo lo que se busca es alcanzar un destino particular, el viaje no es más que el medio para llegar a él. Todo aprendizaje es considerado preparación para el futuro, o para algún eventual resultado, en lugar de aprendizaje para el ser. Es así como intentas aprender para algo distinto que tu Ser, para algún propósito que no es tu Ser. Es así como el servicio recibió otro derrotero, sepa­rado de tu Ser y de tu función aquí. Cuando aprendes a fin de contribuir alguna cosa a tu trabajo y tu mundo, evitas tu Ser.

30.3 Tu aprendizaje debe adquirir un nuevo foco. Ser como un niño, e inhalar el mundo que te rodea para hacerlo parte de tu Ser. Ser como un niño, y aprender para recuperar tu aprendizaje del Ser. Aprender quién eres a través de cada experiencia en vez de aprender para descubrir quién eres o cuál podría llegar a ser tu contribución.

30.4 Estar en relación es estar presente. Estar presente no tie­ne nada que ver con el tiempo como tú lo piensas. Crees que esta indicación de estar presente es una indicación que tiene que ver con el tiempo. Piensas en tiempo presente, tiempo pasado, tiempo futuro. Hemos hablado también de estas maneras de medir el tiempo, pero como la palabra me­dir sugiere, sólo en tu percepción puede el tiempo ser me­dido.

30.5 Te encaminas hacia lo que puede llamarse conciencia uni­versal, aunque cuando llegues, al principio no lo sabrás. Pues conciencia universal es conocer el Ser, aunque tú crees que es conocerlo todo. Conocer el Ser es conocer todo, pero esto no lo comprendes aún.

30.6 Conciencia universal es estar en relación. Es el verdadero Ser, el Ser conocido, en toda su gloriosa relación con la vida. Toda materia nace y muere. Toda vida es para siem­pre. El Ser conocido comprende estoy comienza a actuar en concordancia con esta comprensión.

30.7 Este mundo, tal como lo percibes, se erige sobre el fundamento del temor, un temor surgido de la creencia en que la vida es finita, en que naces en un cuerpo y mueres en un cuerpo. La persona que conoce, realmente conoce la verdad más simple de la identidad del Ser ya no vive en una posición dualista respecto de Dios, sino en un estado mo­nista con Él. La diferencia reside en realizar la relación con el infinito en vez de lo finito, con la vida en vez de la materia.

30.8 Esta enorme diferencia suele soslayarse y rara vez es vista como la llave que abre la puerta de la conciencia uni­versal, estar presente. Ni el ser ni el presente son inheren­tes a la materia. En la materia el ser debe estar atado a la forma. En el sentido del tiempo descrito por la palabra presente no hay infinitud, sino un vago concepto del ahora. Este es el concepto clave que no sólo conocí sino que tam­bién demostré. Es el legado, la herencia que te dejé.

30.9 Este discurso parece estar lejos de las palabras de amor, palabras prometidas y dadas en verdad. Pero ningún amor es finito en su naturaleza. El amor no tiene principio y no tiene fin. El amor es una demostración y una descripción de la conciencia universal, del ser en relación.

30.10 Toda relación es relación con Dios, Quien es Amor.

30.11 De lo que este Curso habla ahora, en esencia, es de ganan­cia sin pérdida. Nunca percibirás que hay ganancia sin pérdida mientras sigas creyendo en lo que es de naturale­za finita. El ciclo de dar y recibir nunca quedará comple­to y la certeza que buscas seguirá a la espera de algo que no tienes: información, garantía, alguna prueba o valida­ción. Puedes creer que si estás "bien" tendrás éxito, si tie­nes "éxito" estarás seguro, si eres "bueno" prosperarás. No consideras que esta forma de pensar esté vinculada a ideas de ganancia y pérdida, pero lo está. Todo pensamiento del tipo "si esto, entonces aquello" es pensamiento de ganan­cia y pérdida. Por eso hemos trabajado para dejar atrás el pensamiento. La creencia en la ganancia y la pérdida es la piedra angular de tu sistema de percepción. Gobierna tu existencia porque la has dejado gobernar al abandonar las leyes de Dios.

30.12 Las leyes de Dios son leyes de amor. Dentro de las leyes del amor no hay pérdida, sólo ganancia.

30.13 La Fuente del amor es tu propio corazón. Allí está ubicada. Piensa ahora en la forma creada, el cuerpo. Cuando el corazón deja de latir, se considera que la vida ha cesado. ¿Eres entonces tu corazón? Acaso no puedes ver que la forma creada fue hecha a imagen de Dios, como toda la creación. Eres una imagen de Dios a la que se le ha dado forma, así como a toda la creación. Nosotros, todos jun­tos, somos el latido del mundo. Sin la unidad no existiríamos. Sin nuestra Fuente, que es Dios, no existiríamos.

30.14 Las leyes de la unidad son las leyes de Dios, y en verdad son simples: dar y recibir son la misma cosa. Y por lo tanto dar y recibir como una misma cosa es la única manera de cumplir las leyes de Dios. Puesto que las leyes de Dios gobiernan el universo, no pueden quedar sin cumplimien­to. Dar y recibir son en verdad lo mismo. Las leyes de Dios son generalizables y no cambian, por lo que las leyes del hombre no han usurpado el lugar de las leyes de Dios.. Sólo en tu percepción las leyes del hombre prevalecen sobre las de Dios. Y puesto que la percepción procede de la mente, necesitamos ahora hablar de ella.


31. LA NATURALEZA DE LA MENTE

Lo que retienes, lo pierdes. Éste es el principio del dar y recibir que, cuando por fin comprendes en su totalidad, te libera para que seas íntegro.
-31.14

31.1 Hay una sola Mente, así como hay una sola Voluntad. A esto le tienes miedo, pues crees que semejante afirmación amenaza tu independencia, un estado del ser que tienes en alta estima. Sin embargo, esa afirmación confirma tu in­terdependencia y plenitud.

31.2 La idea de compartir un corazón, un latido, un amor, no te resulta tan inaceptable como la idea de compartir una sola mente. Sientes que tus pensamientos son tuyos, pri­vados y sacrosantos. Estos pensamientos que resguar­das con tanta consideración son los que Un Curso de Milagros llama "pensamientos del cuerpo". Muchas religiones y filosofías hacen una distinción entre los pensamientos —los del cuerpo— y el pensamiento de orden superior, o pensamiento espiritual. Los pensamientos relacionados con tu ser personal y las "leyes" del cuerpo, como los que tienen que ver con la supervivencia, no son los pensamientos del verdadero Ser. Es necesaria esta aclaración para que algunos de ustedes se deshagan por completo del miedo al sistema de pensamiento compar­tido de la unidad.

31.3 ¿Cuán necio es tener miedo de la verdad? El miedo a la verdad es como un temor de que lo imposible se torne po­sible. Como el miedo a la muerte, es producto de un pen­samiento al revés.

31. 4 Te cuesta aceptar que algo pueda ser inseparable y al mis­mo tiempo no ser lo mismo. El milagro de la conversión del agua en vino ilustra, como lo hacen todos los milagros, la falacia de este concepto. Si quieres ser un hacedor de milagros debes comprender esto último, así como todos los milagros en forma correcta. Lo que es inseparable no puede ser diferente, pero esta idea no significa que deba ser lo mismo. Inseparable no significa reemplazable. El agua no reemplaza al vino ni el vino reemplaza al agua, pero ambas cosas provienen de la misma Fuente, por lo que no son diferentes aun cuando no sean iguales.

31.5 Tu miedo a la igualdad es tu miedo a la unidad. Es un mie­do infundado aunque comprensible dado tu concepto acerca de qué es igual y qué diferente. Sin embargo, co­mo lo ilustra la forma, mientras todos los cuerpos son se­mejantes, también son diferentes. La forma imita al contenido.

31.6 Ésta es la dificultad que se presenta al estudiar la mente. La mente es tu ser y por lo tanto no la puedes estudiar, del mismo modo en que no puedes ver la totalidad de tu cuer­po sin ayuda ni puedes quitarte el cerebro para verlo ba­jo un microscopio. Sin embargo, dices que tu cuerpo te pertenece y lo identificas como tu yo. Tu cuerpo se mue­ve y respira, tu corazón late y tu sangre corre sin ayuda de tu yo consciente. Sabes que si tuvieses que encargarte conscientemente de estas funciones, con seguridad mori­rías, pues dirigir el funcionamiento del cuerpo es más de lo que tu mente consciente podría manejar. No podrías dar todas las órdenes necesarias. Pero afortunadamente tienes un cerebro que cumple esta función, y este cerebro tam­bién eres tú. ¿Trabaja independientemente de ti? ¿Está separado? ¿Es lo mismo?

31.7 De igual manera ocurre con la mente. La mente es tu ser. No es casualidad que para muchos sea sinónimo de cere­bro, como una palabra intercambiable que transmite la misma idea. La mente es el centro de control, la que recuerda y almacena el conocimiento, la que es tu yo y al mismo tiempo está más allá de tu comprensión de ti mismo. La forma imita al contenido. La forma imita a la verdad, pero no la reemplaza.

31.8 El resto de tu mundo también imita a la verdad. Tú vives en un mundo, un planeta, una Tierra. Puedes vivir en di­ferentes continentes, diferentes países, distintas ciudades, pero siempre en una única Tierra, y esto es parte de una semejanza e interdependencia que aceptas. Tú eres cons­ciente de que esta Tierra está inmersa en un cosmos que está más allá de tu comprensión, y también de que la Tie­rra y todo lo que en ella hay son parte de ese cosmos. Crees plenamente que eres inseparable de la Tierra, el cos­mos, la gravedad y las leyes que rigen el universo, así co­mo crees que tu cerebro y, erróneamente, tu mente son inseparables de tu cuerpo.

31.9 Pero tu confusión es también la clave de tu comprensión. Sólo necesitas observar la proyección de la creación para comprender la naturaleza de la perfección y a tu propio Ser como creador y creado. Ser parte de la totalidad que es tu universo conocido no te ha hecho menos necesario a ti ni a ningún otro ser. Alrededor del mundo las personas de buena fe luchan por salvar incluso una vida. Cada vida es irreemplazable y nadie discute este punto, pero tú te resistes a la idea de Dios porque crees que lo que es uno no puede ser muchos.

31.10 Abandona esta idea de que al entregarte a Dios pierdes tu Ser y tu resistencia a Dios cesará por siempre. Sólo en Dios puedes encontrar tu Ser. Esto lo sabes, y es la razón por la que los seres humanos han buscado a Dios a lo largo de los siglos. El ser humano puede pensar que acude a Dios en busca de respuestas, de liberación del sufrimien­to o de una vida después de la muerte. Pero en realidad siempre ha acudido a Dios en busca de su propio Ser. No buscar a Dios para encontrar tu propio Ser sería semejante a buscar a la humanidad en cualquier parte menos en la Tierra. Si no buscas allí donde puedes encontrar, tu bús­queda es en vano.

31.11 El propósito de la mente es la extensión. Así, la percep­ción invertida que te lleva a proteger tus pensamientos pri­vados y verlos como el asiento de tu ser llama a su opues­to. Es la única fuente de conflicto. Sin embargo, una vez más, esta percepción de tus pensamientos como tu yo es la respuesta más próxima a la verdad de la que fuiste capaz dentro de tu visión limitada del yo. Una parte de ti sabe que tienes pensamientos más elevados, y sabe que estos pensamientos más elevados son tu Ser. Pero en vez de dis­tinguir entre pensamientos inferiores y superiores, has agrandado todos tus pensamientos y les has dado una identidad que llamamos ego. Si no desarmas tu creencia en el ego como tu ser, nunca serás consciente de tu verda­dera identidad.

31.12 Para algunos, este proceso de desarmar llega mediante una mejor comprensión de la mente, para otros llega me­diante una mejor comprensión del corazón, o el amor. Có­mo resulta desarmado el ego poco importa. Lo que impor­ta es dónde colocas tu devoción.

31.13 La devoción no puede dividirse. Es total o no es. Por lo tanto, mientras sigas creyendo que tu devoción es hacia los pensamientos de una mente dividida, tu devoción es a nada. Por eso fracasan tantos intentos de comprender. Tratar de comprender con una mente dividida es imposi­ble. Y los objetivos de aprendizaje imposibles conducen a la depresión. Este es el motivo por el que necesitamos aprender de nuevo con la mente y el corazón unidos, en integridad.

31.14 El ego es esa parte de ti que se aferra a la idea de separa­ción, por lo que no puede captar la verdad básica de tu existencia: que dar y recibir son una misma cosa en verdad. Dicho de otro modo, para ser tu Ser, tienes que com­partir tu Ser. Lo que retienes, lo pierdes. Este es el princi­pio del dar y recibir que, cuando por fin comprendes en su totalidad, te libera para que seas íntegro.

31.15 Todo lo que guardas en privado y sin compartir es, esen­cialmente, lo que crees ser. Digo "lo que crees ser" porque es importante distinguir entre lo que crees ser y quien realmente eres. Por un lado, tú crees ser tu pasado, tu temor, tu culpa; por el otro, tú crees ser tu futu­ro, tu gloria, tu potencial. No quieres compartir ni tus pensamientos más negativos ni tus pensamientos más positivos acerca de ti. Son tus grandes secretos, los se­cretos que ocupan tu mente día tras día con pensamien­tos que te apartan de tu Ser.

31.16 En consecuencia, sólo compartes una pequeña porción de ti mismo, la porción que tu ego estima segura, aceptable, presentable. Esta porción estimada por tu ego no te pon­drá en riesgo. Es el ego el que pregunta: ¿Estás seguro de que si compartes ese sentimiento seguirás siendo amado? ¿Estás seguro de que si revelas ese secreto estarás aún a salvo? ¿Estás seguro de que si intentas algo nuevo serás aceptado? Es el ego el que considera que la honestidad es un juego y a él le dejas decidir sobre tu verdad. Pues aque­llo que vives es lo que crees verdadero acerca de ti. Mientras sigas viviendo en forma deshonesta, tu noción acerca de cuál es tu verdadera identidad no podrá mejorar.

31.17 Mis queridos hermanos y hermanas, aquello que verdade­ramente son no puede ser mejorado. Pero debido al estado de no recordación en que viven, deben reaprender quie­nes son. Y sólo pueden reaprender quienes son siendo quienes son. Sólo pueden ser quienes son compartiendo quienes son.

31.18 La verdad es tu identidad. Honestidad es estar libre de engaño. Tú, que ya te sientes preocupado acerca de si la ho­nestidad y el compartir son algo que necesitas confesar, piensa un momento acerca de por qué estás preocupado. La idea de confesar es idea de compartir. En vez de pensar en ti como alguien lleno de pecados y necesitado de perdón, piensa que se trata simplemente de una necesidad de com­partir. Esto puede sonar contradictorio con lo que dije: que aquello que te guardas, lo pierdes, y lo que compartes, lo ganas. Piensas en la confesión como un desahogo y una acción para sa­carse de encima aquello que no quieres. Algunos de uste­des creen que esto es posible y otros creen que no. Quienes creen que es posible creen en el pecado y que éste puede ser reemplazado por el perdón. Quienes no creen que es posi­ble no creen que el pecado puede ser perdonado y no buscan perdón, pues creen que el perdón es algo que no mere­cen. Son pocos los que creen en la expiación o el deshacer. Son pocos los que creen que no hay pecado. Son pocos los que creen que no son la suma de sus conductas. ¿Cómo es, entonces, que la confesión es buena para el alma?

31.19 No puedes ser honesto mientras no conoces la verdad acerca de ti. Si recordaras tu Ser, nociones como la de que la confesión es buena para el alma dejarán de existir. Pero para recordar tu Ser necesitas un medio para aprender quién eres. Todo aquello que alguna vez te haya sucedido en la vida, sucedió como un instrumento de aprendizaje para ayudarte a recordar quién eres. Todas aquellas cosas de las que te sientes culpable y avergonzado son simplemente restos de lecciones que quedaron sin aprender. Mientras sigas apegándote a ellas manteniéndolas ocultas, no ocurre aprendizaje.

31.20 ¿Quién eres? Amor. Y todas las cosas llevadas al amor son vistas bajo una nueva luz, una luz que preserva lo que apren­des para ayudarte a recordar quién eres, y con ese recuerdo transforma lo demás, dejándote sin nada de que avergonzarte, nada que ocultar, nada excepto la verdad acerca de quién eres. De esta manera, lo que das mediante el compartir, lo ganas en la verdad. Ningún otro tipo de ganancia es posible.

31.21 Lo mismo vale para tu potencial. Cuando lo llevas al amor se realiza y convierte en la verdad acerca de ti que siem­pre ha existido.

31.22 El compartir, entonces, no es acerca de quién tú crees que eres, sino de quien realmente eres. Y es también la forma de aprender la diferencia mientras todavía sea necesario el aprendizaje.

31.23 Compartir es el medio por el cual la relación sagrada que tienes con todo se revela en la verdad. Esta verdad mora en todo lo que existe, así como mora en ti. Cuando aprendes que tú eres amor no queda lugar para el engaño y sólo puedes ser quien eres en la verdad.

31.24 Aquello que ganas en la verdad jamás vuelve a perderse o a olvidarse, pues devuelve el recuerdo a tu mente. Y lo que tu mente recuerda no puede sino ser compartido.

31.25 Los pensamientos de tu ego jamás pueden compartir la verdad contigo ni con nadie. El ego inventó la idea de "de­cir" la verdad y la usó como opuesta a decir algo que no es la verdad o es mentira. De allí nacieron las ideas de mantener la verdad en secreto, una de las ideas más ridí­culas del sistema de pensamiento del ego.

31.26 Tu pasado no tiene nada que ver con la verdad acerca de quién eres, salvo por el grado en que te haya o no te haya ayudado a recordar quién eres. Lo que has aprendido en la verdad reside en tu mente como parte de ti. Lo que todavía no has aprendido espera que lo aprendas o, en otras palabras, espera que tus sentimientos y experiencias se transfieran a la verdad y por lo tanto a tu mente. Sólo la verdad mora en tu mente, pues sólo ella puede ingresar en el altar sagrado que compartes conmigo.

31.27 Este altar no es una cosa, sino devoción a la única verdad, la entera verdad. Ser de una sola mente es ser de una sola verdad, ¿cómo podrías ser menos? Sólo el ego brotó de una mentira, la mentira de la separación que creó la ilusión de que hay mentes separadas y diversos grados de verdad.

31.28 Así como acudes a Dios en busca de tu Ser sin saber qué es aquello que buscas, acudes a tus hermanos y hermanas y a todo lo que vive junto contigo. Pero cuando buscas sin saber lo que buscas, lo que encuentras puede variar. Puesto que hay una sola verdad, encontrar variedad de respuestas no significa nada. Pero si cambias aquello que buscas, también cambiará lo que ves y lo que aprendes.

31.29 Si puedes buscar tu Ser en tus hermanos y hermanas, ellos también pueden buscar su Ser en ti. Si todo el tiempo te dedicas a reflejar lo que crees que tus hermanos y herma­nas quieren ver, ellos no podrán aprender nada de ti. Si la verdad acerca de quien crees ser cambia cada día, reflejas la misma variedad de respuestas que ellos esperan encon­trar y que han encontrado en otra parte.

31.30 Tú no crees que estés buscándote a ti mismo en otros, sino que estás buscando a alguien o algo diferente de ti. En ciertos momentos de tu vida expresas esta búsqueda con claridad y es siempre específica. Buscas amistad, buscas pareja, buscas mentor. Crees que buscas algo distinto de ti para que te complete, porque buscas completarte. Bus­cas plenitud. E incluso aciertas al buscarla en tus herma­nos y hermanas... sólo que no es así como la percibes.

31.31 Cuando encuentras la verdad de cualquier hermano o hermana, encuentras la verdad acerca de tu Ser, pues la verdad no cambia. Y si quien realmente eres es la verdad, ¿có­mo podrías ser diferente? Por eso podemos decir que la verdad y la mente son una en verdad. La verdad es lo que es. Lo que no es verdad es ilusión. ¿Acaso esto no tiene perfecto sentido?

31.32 Es en este perfecto sentido de la perfecta sensatez de la verdad que reside la salvación. La salvación es simplemen­te tu regreso a tu Ser.

31.33 Si tu hermana y tu hermano buscan la verdad o la salva­ción de ti y tú buscas la verdad o la salvación de ellos, ¿qué ocurre en verdad? ¿Cómo puede funcionar? Éste es otro aspecto de que dar y recibir son uno en verdad. Tanto dar como recibir tienen lugar, y ambos al mismo tiempo, así como buscar y encontrar, una vez que eres consciente de qué es lo que buscas.

31.34 Este aspecto de dar y recibir como lo mismo se llama re­lación. Te permite experimentar quién eres y, en conse­cuencia, saber, o recordar, quién eres. Es en el reconoci­miento de la verdad acerca de tu hermano y hermana donde reconoces la verdad acerca de tu Ser. Esto ocurre sólo en la relación, porque sólo en la relación experimen­tas algo.

31.35 Tú no existes fuera de la relación, así como tu mente no existe fuera de la unidad. Tu experiencia aquí no es sino una extensión de la mente hacia un territorio donde la ex­periencia puede ocurrir. Tu ego ha hecho de esto algo dis­tinto de lo que es. En vez de una extensión de la mente, tu experiencia se ha convertido en una proyección del ego. Esto puede cambiar.

31.36 Cuando interactúas con tus hermanos y hermanas buscas llegar a conocerlos. Lo haces a fin de hallar qué tienen en común contigo, para luego pasar a la experiencia compar­tida. También buscas conocer a tus hermanos y hermanas para saber qué puedes esperar de ellos. Una vez que has determinado la conducta habitual de un hermano o hermana, cualquier desviación de esa conducta habitual te preocupa. Puedes decidir que alguien está de cierto "áni­mo" y que los efectos de ese ánimo son buenos o malos, para ti o para ambos. Debido a que vives en un mundo de incertidumbre extrema, uno de tus requisitos respecto de aquellos con quien tienes relación es que se conduzcan de un modo que te permita saber qué esperar. Cuando enton­ces pasas de una relación somera a una de mayor profun­didad, rápidamente determinas la naturaleza de la relación e inviertes en que la otra persona permanezca igual. Puesto que esto es verdad también en ellos, tú también quedas encerrado en sus expectativas de que tú permanezcas igual.

31.37 Una relación en la que esto no ocurre es la relación entre maestro y alumno. Otra relación que espera cambio y cre­cimiento es la de padre e hijo. Estas dos relaciones com­prenden tus ideas de tu Padre y de mí a medida que tomas conciencia de que estás aquí para aprender. Ahora, con un objetivo de aprendizaje claro en tu mente, estas relaciones idealizadas deben ampliar su alcance para ser vistas en todos en vez de unos pocos, de tal manera que puedas verlos claramente como lo que realmente son.


32. EL AMOR REGRESA AL AMOR

Así es como terminamos este Curso, con amor dado y amor recibido en verdad. Tú eres alumno hasta que tomas conciencia de que eres Amor. Entonces te conviertes en maestro de lo que eres. Tu mente y tu corazón se unen en integridad en el abrazo. Estás en casa, y te quedarás para siempre.
-32.3
32.1. Consideremos ante todo los papeles de maestro y alumno. Maestro es, primero y principal, aquello que te ayuda a re­cordar. Por ende, no prestes atención a la forma en que te llega un maestro. Puede decirse que toda la vida es tu maes­tra. No hay un solo aspecto de ella que no esté diseñado pa­ra ayudarte a recordar quién eres. Como hemos dicho una y otra vez, la forma de tu mundo refleja, de diversas maneras, el contenido de quien eres. También refleja el conteni­do de quien no eres. Es para poder discernir la diferencia entre ambas cosas que necesitas guía. Antes buscabas respuestas en quienes no conocen la diferencia. Ahora puedes ver que necesitas acudir a una Fuente diferente.

32.2 Esa Fuente es el Amor, y está a tu alcance en cada situa­ción con sólo preguntar: ¿Qué quiere el amor que haga? ¿Qué quiere que vea? ¿Qué quiere que diga? Cuando in­vocas al Amor invocas a tu Fuente. Cuando buscas la sa­biduría de tu corazón me llamas a mí. Cuando buscas la verdad que está en tu mente, invocas al Espíritu Santo. La Santa Trinidad está a tu disposición en cada situación y para cada modo de aprendizaje con el que te sientas cómodo. Todos estos modos, tarde o temprano, te regresa­rán a la Fuente, que es el Amor. La diferencia entre Pa­dre, Hijo y Espíritu Santo es la misma diferencia de la que hablamos cuando aseguramos que eres de una sola Mente y un Corazón, y que cuando llegues a conocer esto por experiencia, jamás perderás tu Ser. La forma en que vives la relación con cada aspecto de la Trinidad es diferente no obstante la unidad de la Trinidad. Lo mismo es válido pa­ra toda relación. La forma en que vives la relación con cada aspecto de la creación es diferente no obstante la uni­dad de la creación. Es en la diferente relación de un aspecto de la creación con todo el resto que existe esa di­ferencia que aprecias como tu condición única. Y sólo allí. Sólo en la relación eres únicamente tú. La relación es lo único que existe. Pues el Amor es relación.

32.3 Así es como terminamos este Curso, con amor dado y amor recibido en verdad. Tú eres alumno hasta que tomas conciencia de que eres Amor. Entonces te conviertes en maestro de lo que eres. Tu mente y tu corazón se unen en integridad en el abrazo. Estás en casa, y te quedarás para siempre.

32.4 Entonces yo te digo: Amén. Has regresado al Amor, y tu relación con el Amor te ha regresado a tu Ser. No lo pien­ses. Este Curso no requiere pensamiento ni esfuerzo. No hay estudio prolongado y los pocos ejercicios concretos no son un requisito. Este Curso ha tenido éxito en formas que todavía no comprendes y no necesitas comprender. Estas palabras han ingresado en tu corazón y han clausurado la brecha entre tu mente y tu corazón. Sé leal al amor y no podrás dejar de ser leal a tu Ser.

32.5 Si no crees que ya estás preparado, si piensas que aún no estás listo, deja de pensar. Lee otra vez estas palabras de amor y deja que el sonido del amor se lleve tus preocupa­ciones. Entrégame a mí los pensamientos que aún te perturban y yo te los devolveré transformados por el Amor. No te lamentes por tus pensamientos ni creas en pérdidas de ningún tipo. De esta manera todo lo que ya has recibi­do será recordado en esta hora de la segunda venida de Cristo.

32.6 ¿Y qué pasa con los milagros? El milagro último y final ya ha ocurrido, ¿pues qué milagros son necesarios cuando la mente y el corazón son uno y tú has regresado al abrazo? Éste es el milagro que pone fin a toda necesidad de mila­gros, el logro único del Hijo único de Dios. Pues lo que tu corazón comparte con tu mente es compartido con todas las mentes y lo que tu corazón tiene para compartir es sólo Amor. Entonces el Amor regresa al Amor.

EL LLAMADO

La llegada del Curso es el llamado que estuve esperando durante gran parte de mi vida. Cuando fui invitado a unirme a Mari, Dan y Wilma en esta aventura, la invitación era clara y profunda. Pero yo tenía preguntas, in­terrogantes serios acerca de la autenticidad de esta obra en un mundo lleno de mensajes proféticos conflictivos.
Esas preguntas recibieron respuesta. Me he sentido hondamente tocado y llamado a la acción. Ésta es la naturaleza de mi llamado: seguir el Curso en la acción en el mundo. Este Curso llamará a cada uno de ustedes de manera única, como lo ha hecho con cada uno de los que estamos relacionados con la disemi­nación de la obra. Nuestros llamados nos han resonado con cla­ridad, aunque sus expresiones son actos de creación que aún continúan.
La hora ha llegado. No hace falta esperar más. Somos uno en la realidad, como todos hemos intuido. El tiempo del anhelo ha pasado. Somos aquellos que deseábamos ser y esperábamos ser. Es hora de ser vistos como los consumados. Todos nosotros.
Este es un movimiento de pares que son los amados. Estamos creando la realidad. Que el amor sea.
CRAIG NEAL

UNA INVITACIÓN

El arte, incluyendo la expresión artística de palabras, es un acto de creación, y como tal ne­cesita estar en movimiento. El arte necesita vivir y respirar. Necesita relación para tener vida. La música necesita ser oída. Las pinturas necesitan ser vistas. Las palabras necesitan ser leídas. Pero más que esto, necesitan ser experimentadas. Necesitan establecer una relación con el que experimenta, necesitan ser partícipes, ser no sólo dadas sino también reci­bidas.
Cuando la palabra escrita queda convertida en impresa en una página, continuar el acto de creación queda en manos del que la recibe, quien les da a las palabras vida y movimiento. Este es el poder y la belleza de todo arte y de todo libro, que existen en la unión del que da y el que recibe. A través de su expresión, el que da y el que recibe devienen uno.
Cuando se comparten las palabras en el papel, las relacio­nes —los compañerismos— reciben un medio para tomar forma. Los compañerismos involucrados en este libro pueden parecer mucho más inusuales que lo normal. Por la natura­leza única de esta escritura, fue compartida en una etapa más temprana que la mayoría de los escritos, por lo que la conciencia de la unión y la naturaleza colaboradora del compar­tir se hizo mucho más evidente. Los dos nombres que apare­cen en este libro lo hacen de manera inusual. Ninguno de los nombres connota autoría en el sentido habitual de la palabra. Ambos nombres connotan unión con el dador de las palabras, con la inspiración y expresión que vinieron con esas palabras.
La intención de esta invitación es transmitir que la unión no termina, y que los nombres de aquellos involucrados en la creación de este trabajo hasta ahora no son exclusivos, sólo son un comienzo. Son consignados como un guiño al compa­ñerismo que ha posibilitado la expresión de estas palabras, al compañerismo en la publicación que permitió que las palabras hayan llegado a tomar esta forma, y como reconocimien­to a la necesidad de que las palabras te sean presentadas a ti y a aquellos que las convertirán en nuevas expresiones y, por lo tanto, las mantendrán vivas.
Aunque la presentación de este Curso en forma de libro es tradicional, las pequeñas diferencias en el formato —el uso de la palabra "presentadores" en vez de autores y la inclusión de otras personas que están en unión y compañerismo con este trabajo— es un agradecimiento y reconocimiento de lo que es. Es un pequeño intento de comenzar un poderoso movi­miento que nos aleje de lo separado e individual y nos acer­que a la unión en que existimos todos en verdad. Es una ma­nera de decir, de expresar, de hacer real en el mundo, que la creación no tiene lugar en el aislamiento, que no estamos separados unos de otros, y que esto puede, mediante pasos pe­queños, convertirse en un poderoso movimiento que cambiará la forma en que vivimos y la forma en que hacemos las cosas.
Somos compañeros en este curso. Hemos entablado una relación donde no hay jerarquías, divisiones ni condiciones especiales. Y sin embargo cada uno tiene su manera única de expresar quiénes somos en la unidad. A esto te llama esta in­vitación.
La unión es lo que existe. Comunidad es unión con, unión entre, unión expresada en las vidas que vivimos y comparti­mos unos con otros. Comunidad es donde podemos ser quienes somos y expresar quienes somos sin temor, en amor y compañerismo. Te invitamos a la creación de esta comunidad.